El cine británico de la primera década de los 2000 se convirtió en una cantera de jóvenes actores muy prometedora. ‘Orgullo y Prejuicio’, la adaptación de la novela homónima de Jane Austen llevada a la pantalla grande de la mano de Joe Wright, es uno de los ejemplos más representativos. A excepción de Keira Knightley, ya consolidada como estrella de Hollywood gracias al “blockbuster” ‘Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra’ (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, Gore Verbinski, 2003), resulta curioso hoy en día identificar jóvenes rostros ahora habituales en producciones de grandes estudios: Desde Rosamund Pike (que había tenido un papel secundario en ‘Muere Otro Día’ (Die Another Day, Lee Tamahori, 2002), la vigésima entrega de la franquicia 007), hasta Carey Mulligan, habitual del cine indie de un tiempo a esta parte, pasando por Jena Malone, Matthew MacFayden o Kelly Reilly.
A esta suma de jóvenes talentos la refuerza un conjunto de actores veteranos de la talla de Donald Sutherland, una excelente Brenda Blethyn o la eterna Judi Dench, lo que redondea un reparto sólido y de auténtico lujo que llena de vida la novela de Austen. Un fresco fiel y cargado de ironía de la sociedad británica del S. XVIII. Con un trato respetuoso y una belleza formal dignos de reconocimiento, Wright demuestra su pulso visual dotando a la obra que adapta de un estilo propio que resulta brillante, potenciado por la deliciosa banda sonora de Dario Marianelli, tanto en los bellísimos planos secuencia como en las no menos preciosistas estampas de los planos generales y la contundente simetría de los encuadres, haciendo que nos interesemos tanto por la tortuosa historia de amor que acontece ante nuestros ojos como de los escarceos que discurren en segundo plano.
En definitiva, Joe Wright se hace con el mérito de acercar esta obra clásica a toda clase de público, de lograr incluso el reconocimiento del profano en dicho género (como es mi caso, por ejemplo).

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